🔍 Introducción
Mientras los líderes políticos buscan frenar la inflación energética, millones de viajeros europeos, norteamericanos y asiáticos toman los cielos para sus vacaciones de verano. Esta contradicción es estratégica: el turismo global, impulsado por aviación comercial y tráfico en carretera, se ha convertido en un acelerador de la demanda energética justo cuando las cadenas logísticas están al borde del colapso.
✈️ Jet fuel en auge: la aviación como factor de presión energética
Según IATA, el consumo de combustible de aviación en junio y julio de 2025 superará los niveles pre-COVID por primera vez, impulsado por la recuperación de Asia y Europa. El precio del jet fuel ha subido un 19,4% desde mediados de junio, presionando a aerolíneas como Lufthansa, Emirates y Delta a renegociar contratos con refinadoras y traders.
El aumento se agrava porque las rutas de suministro de combustibles refinados desde el Golfo están comprometidas por tensiones en Ormuz y Suez.
🚗 Tráfico terrestre y consumo de gasolina: la otra curva ascendente
En paralelo, el tráfico vehicular en carreteras de España, Italia, Francia y EE. UU. ha batido récords. Esto ha elevado la demanda de gasolina y diésel en más de un 14%, según la Agencia Internacional de la Energía (IEA). Refinerías europeas y estadounidenses operan al 95% de capacidad, pero enfrentan desafíos logísticos por escasez de aditivos y restricciones en entregas.
🧠 Turismo, energía y percepción pública: el triángulo inestable
Los gobiernos enfrentan una disyuntiva: permitir que el turismo alivie las economías… o imponer restricciones energéticas que lo encarezcan. Mientras tanto, el ciudadano medio aún no percibe que su vuelo low-cost o su viaje en coche al Mediterráneo están directamente ligados al precio del gas en invierno o a los cortes industriales en otoño.
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